Hosea 6:1-6; Psalm 51; Luke 18:9-14
A bishop and a priest walked into a darkened church to pray. As they knelt before the tabernacle, the bishop cried out in prayer, “I am nothing! I am nothing!” The priest followed suit and cried out, “I am nothing! I am nothing!”
All during this time a poor parishioner was sitting unnoticed in the last pew in the back of church and had observed everything that had gone on. Trying to follow what he thought was their good example, he innocently went up to the tabernacle, knelt beside them, and cried out in a loud voice from the depths of his heart, “I am nothing! I am nothing!”
Upon hearing this, the priest turned to his bishop in shock and whispered to him in a mocking tone, “Who the hell does he think he is?”
We are all nothing before God. He created us out of dust, and unto dust we shall return. Authentic prayer must come from the heart. Let us take off our masks. Let us not put on any airs or think we are better than others because of our status or position in life. Let us mean what we say and say what we mean.
Father Dennis J. Billy, C.Ss.R.
Washington, D.C.
Oseas 6:1-6; Salmo 51; Lucas 18:9-14
Un obispo y un sacerdote entraron en una iglesia a oscuras para rezar. Cuando se pusieron de rodillas frente al altar, el obispo gritó en oración: “¡No soy nada! ¡No soy nada!”. El sacerdote siguió su ejemplo y gritó: “¡No soy nada! ¡No soy nada!”
Durante todo ese tiempo, un pobre feligrés había estado sentado inadvertidamente en el último banco de la parte de atrás de la iglesia y lo había estado observando todo. Intentando seguir lo que creyó que era un buen ejemplo, se dirigió inocentemente al altar, se arrodilló y gritó en voz alta desde lo más profundo de su corazón: “¡No soy nada! ¡No soy nada!”
Al oír esto, el sacerdote se volvió hacia el obispo escandalizado y le susurró en tono burlón: “¿Quién demonios se cree que es?”
Ninguno de nosotros somos nada ante Dios. Él nos creó a partir del polvo, y al polvo volveremos. La oración auténtica debe salir del corazón. Quitémonos nuestras máscaras. No nos demos aires de superioridad ni pensemos que somos mejores que los demás debido a nuestro estatus o a nuestra posición en la vida. Sintamos lo que decimos y digamos lo que sentimos.
Padre Dennis J. Billy, C.Ss.R.
Washington, D.C.