Deuteronomy 4:1, 5-9; Psalm 147; Matthew 5:17-19
The GPS is a wonderful invention, if you obey it! I remember someone telling me that her husband was convinced that the GPS was wrong, so he followed his instincts, and they became hopelessly lost. Today’s Scriptures offer us a meditation on the law, and they ultimately tell us that the law is similar to a GPS that helps guide us to God.
In the first reading today Moses speaks to the Israelites before his death and their entrance into the Promised Land. He pleads with them to follow the law they received from God. If they live the law, they will be able to say, “For what great nation is there that has gods as close to it as our God is to us whenever we call upon him?” (Deuteronomy 4:7).
The law in the Scriptures is not so much a set of rules and regulations as it is a guide that can help lead us to God’s presence: it is a gift from God to his people. We obey the law not because we have to but because we seek God’s loving presence.
The responsorial psalm today praises the God who revealed his word and ordinances to us: “He has not done thus for any other nation; his ordinances he has not made known to them” (Psalm 147:20). The law of God is a wonderful thing if we obey it and allow it to help guide us toward a deeper relationship with our loving God.
Father Joseph Tizio, C.Ss.R.
Boston
27 de marzo, miércoles de la tercera semana
Deuteronomio 4:1, 5-9; Salmo 147; Mateo 5:17-19
El sistema de posicionamiento global (GPS) es un invento maravilloso, si lo obedeces! Recuerdo que alguien me dijo que su esposo estaba convencido de que el GPS estaba equivocado, siguió sus instintos y se perdieron irremediablemente. Las escrituras de hoy nos ofrecen una meditación sobre la ley, y en última instancia nos dicen que la ley es similar a una GPS lo que ayuda a guiarnos a Dios.
En la primera lectura de hoy, Moisés habla a los israelitas antes de su muerte y su entrada a la Tierra Prometida. Él les ruega que sigan la ley que han recibido de Dios. Si cumplen la ley, podrán decir: “Porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos?” (Deuteronomio 4:7).
La ley en las Escrituras no es tanto un conjunto de reglas y regulaciones como una guía que nos puede llevar a la presencia de Dios. Es un regalo de Dios a su pueblo. Obedecemos la ley no porque tengamos que hacerlo sino porque buscamos la presencia amorosa de Dios.
El salmo responsorial de hoy alaba al Dios que nos reveló su palabra y ordenanzas: “Él no ha hecho así por ninguna otra nación; no ha dado a conocer sus ordenanzas” (Salmo 147:20). La ley de Dios es algo maravilloso si la obedeces y permites que te guíe hacia una relación más profunda con nuestro Dios amoroso.
Padre Joseph Tizio, C.Ss.R.
Boston