Numbers 21:4-9; Psalm 102; John 8:21-30
A symbol of sin becomes a sign of God’s desire to save. Today’s first reading from Numbers reminds us how easily the people’s hearts became hardened. Despite witnessing so many signs of God’s election performed through Moses—leading Israel out of slavery, then bringing them to Mount Sinai and into God’s offer of a covenantal relationship—Israel became Generation Kvetch: complain, complain, complain.
From “there’s no water” and “the water is bitter” to “there’s no food” and “we’re tired of this manna and need meat,” Israel showed its lack of trust. But they crossed a line when they said, “You brought us out here to die”—an attack on the very nature of the life-giving God.
So God sent serpents to confront Israel with its sin. God had the Israelites mount a bronze serpent as a call to repentance. All who looked on it in sorrow were healed.
Jesus uses this image to proclaim that his being lifted up on a cross would reveal who he is. When we look at the image of Christ crucified during these final weeks of Lent, let us remember that God calls us to repentance—and know the forgiveness and love God offers through the Son.
Father James Wallace, C.Ss.R.
Long Branch, N.J.
9 de abril, martes de la quinta semana
Números 21:4-9; Salmo 102; Juan 8:21-30
Un símbolo del pecado se convierte en un símbolo del deseo de salvar de Dios. La historia que escuchamos hoy del libro de Números nos recuerda lo fácilmente que se endurecen los corazones de la gente. A pesar de presenciar numerosas señales de la voluntad de Dios llevada a cabo a través de Moisés—liberando al pueblo de Israel de la esclavitud y luego llevándolo al Monte Sinaí para aceptar la ofrenda de Dios de una alianza—Israel se convirtió en la Generación Kvetch: quejas, quejas, y más quejas.
De “no hay agua” y “el agua es amarga” a “no hay comida” y “estamos cansados de este maná y necesitamos carne”, Israel mostró su falta de confianza.
Pero cruzaron una línea cuando dijeron: “Tú nos trajiste aquí para morir”—un ataque a la misma naturaleza del Dios que da vida.
Así que Dios envío serpientes para confrontar a Israel con su pecado. Dios hizo que los israelitas alzaran una serpiente de bronce como llamada al arrepentimiento. Todos los que la miraban arrepentidos eran sanados.
Jesús usó esta imagen para proclamar que su ser alzado en una cruz revelaría quién es. Cuando miremos la imagen de Cristo crucificado durante estas semanas finales de Cuaresma, recordemos que Dios nos llama al arrepentimiento—y conozcamos el perdón y el amor que ofrece Dios a través del Hijo.
Padre James Wallace, C.Ss.R.
Long Branch, N.J.