Daniel 13:1-9, 15-17, 19-30, 33-62; Psalm 23; John 8:1-11
Christ With the Woman Taken in Adultery by Guercino
In today’s readings two women’s lives are spared: that of Susanna and the woman caught in adultery. One woman is innocent and one is not, but both share the experience of being victimized. Both are put on trial because someone else wants something and doesn’t care how it hurts these women. And in both readings we see that God takes the side of the mistreated person.
The boy prophet, Daniel, traps Susanna’s accusers in their lies. Jesus delivers the adulterous woman by reminding her accusers of their own brokenness. Then he shows the woman mercy, refusing to condemn her, and invites her to go and sin no more.
We live in a world that is quick to strip people of their dignity and reduce them to their usefulness or function. In this world we too sometimes victimize others by seeing or using them as a means to an end rather than as people with inherent dignity who deserve our respect and reverence.
Praise God then that we have a Savior who is generous in showing mercy. May we repent for any times we have used other people for our own purposes, and may we go and sin no more.
Father Matthew Allman, C.Ss.R.
Roseau, Commonwealth of Dominica
Daniel 13:1-9, 15-17, 19-30, 33-62; Salmo 23; Juan 8:1-11
En las lecturas de hoy, las vidas de dos mujeres son perdonadas: la de Susana y la de la mujer pillada en adulterio. Una de las mujeres es inocente y la otra no, pero ambas comparten la experiencia de ser tratadas injustamente. Ambas son sometidas a juicio porque otra persona quiere algo y no le importa hacer daño a estas mujeres. Y, en ambas lecturas, vemos que Dios se pone de parte de la persona maltratada.
El profeta Daniel atrapa a los acusadores de Susana en sus mentiras. Jesús libera a la mujer adúltera recordando a los acusadores su propio quebrantamiento. Luego le muestra piedad a la mujer, negándose a condenarla, y la invita a marcharse y no volver a pecar.
Vivimos en un mundo que se apresura a despojar a las personas de su dignidad y las reduce a su utilidad o función. En este mundo, nosotros también tratamos injustamente a los demás, viéndolos o usándolos como un medio para alcanzar un fin en lugar de como personas con dignidad inherente que merecen nuestro respeto y reverencia.
Alabemos a Dios porque tenemos a un Salvador que es generoso a la hora de mostrar misericordia. Arrepintámonos de las veces que hemos usado a otras personas para nuestros propios fines, y marchémonos sin volver a pecar más.
Padre Matthew Allman, C.Ss.R.
Roseau, Mancomunidad de Dominica