Jeremiah 18:18-20, Psalm 31, Matthew 20:17-28
James and John just don’t get it. While Jesus was explaining his mission to the Twelve, they were more concerned about who would sit where. For them power meant putting someone down; for Jesus it means raising someone up. For them power meant having someone at their beck and call; for Jesus it means being at the service of others. For them glory meant status and prestige; for Jesus it means giving his life for the salvation of all. While they were looking for a throne of glory, Jesus said his throne would be the cross.
The other 10 were indignant with James and John, not because they understood Jesus any better but because James and John got to Jesus before they did. We can well imagine Jesus’ heaving a big sigh and saying, “OK, I’m going to start over from the beginning. Let me know where I lost you.”
Jesus might not have spoken those words, but his actions did. With great patience, he continued to teach his disciples what true power and glory were: not status or prestige or walking all over other people but service to others—looking out for one another, lifting others up when they are down.
Jesus defines his mission as “ransoming captives.” That is our mission as well. Jesus is asking us to do for one another what he does for us. He’s asking us to invest the best of ourselves in the work of setting one another free from whatever holds us captive.
Father Gerard H. Chylko, C.Ss.R.
Philadelphia
20 de marzo, miércoles de la segunda semana
Jeremías 18:18-20, Salmo 31, Mateo 20:17-28
Jacobo y Juan simplemente no lo entendían. Mientras Jesús estaba explicando su misión a los Doce Apóstoles, ellos estaban más preocupados por el lugar donde debía sentarse cada uno.
En sus mentes, el poder significaba menospreciar a alguien; para Jesús, el poder significa elevar a alguien. Para ellos, el poder significaba tener a alguien a su entera disposición; para Jesús, el poder significa estar al servicio de los demás. Para ellos, la gloria significaba estatus social y prestigio; para Jesús, la gloria significa entregar su vida a la salvación de todos. Mientras ellos buscaban un trono de gloria, Jesús dijo que su trono sería la cruz.
Los otros 10 se indignaron con Jacobo y Juan, no porque entendieran mejor a Jesús, sino porque Jacobo y Juan llegaron a Jesús antes que ellos. Podemos imaginar perfectamente a Jesús dando un gran suspiro y diciendo: “Muy bien, voy a empezar desde el principio. Decidme dónde os habéis perdido”.
Con gran paciencia, pasó a enseñar a sus discípulos lo que es el auténtico poder y la gloria: no el estatus o el prestigio o el pisar a otras personas, sino el servicio a los demás—cuidar los unos de los otros y levantar a los demás cuando se caen.
Jesús define su misión como “rescatar cautivos”. Esa también es nuestra misión. Jesús nos pide que hagamos el uno por el otro lo que él hace por nosotros. Nos pide que invirtamos lo mejor de nosotros mismos en trabajar para liberarnos los unos a los otros de lo que nos mantiene cautivos.
Padre Gerard H. Chylko, C.Ss.R.
Philadelphia